domingo, 29 de enero de 2017

Microrrelato

Por fin había terminado esa noche, estaba hasta los cojones de estar en esa discoteca, estaba cansado, lo único que quería era irme a casa a descansar, y ese gilipollas no me dejó. Me llevó al palacio cutre del retiro y ahí me obligó a partir la puerta. No podía más con mi cuerpo, mis piernas estaban temblando del cansancio y las lumbares ni te digo... Apareció... me dejó sin habla... tuve que ayudarle a enterrarlo tras el palacio, para que nadie le descubriera, ya que tenía un valor incalculable.
Ese sería el secreto que nos llevaríamos a la tumba.



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